lunes, 8 de septiembre de 2014

There's a brand new talk But it's not very clear…

Nunca llegaré a entender esta manía absurda de nuevo moderno, que consiste en empeñarse a toda costa en ser una celebridad virtual. una It girl o un It boy, ese ser legendario cuasi mítico por encima del bien y del mal, que determina ahora lo que mola o no. Justo en este momento de baja estima existencial de las masas.

Las funciones de estos individuos en nuestra comunidad, se basan en principalmente en marcar tendencia cual torero exaltando sus atributos en el ruedo del blogging y las redes sociales. Y sí, arremetiendo estocadas de estilo a unas fieras ya domesticadas, sedientas por claudicar en la arena de la moda.

Pero abandonemos por un momento la metáfora para terminar hablando en plata de estos majaderos del famoseo mainstream. 
Sinceramente, ¿alguien cree de verdad que tener estilo es una buena salida profesional? Todavía no conozco a ninguno de estos Its, cotizando su jubilación en la seguridad social por hablar de lo magnifico que resulta un chándal de Miu Miu combinado con unos tacones de Bimba y Lola. O que está de moda estar embarazada y lucir barriga en tus selfies premamá.

Me hierve la sangre y se me dan taquicardias cada vez que veo alguna de estas aberraciones por televisión o en sus tuits patrocinados
Ya, ya sé que son todos unos niños bien. Hijos o nietos de. Pareja de tal otro u otra. O adosados a.  
También sabemos que no necesitarán nunca picar piedra de sol a sol en una cantera. 
Pero señores, al menos un poco de modestia, no eleven esta actividad de mariblogger a status laboral serio, porque me confunden al personal en un delirio pseudofashionista de bon vivant de mierda.

Como decimos en el Imperio Ruso, no hay peor que un pobre harto de pan. Estos pobres (aunque sólo de espíritu), no viven de las entradas proféticas en sus foros de internet. Sino que promocionan cosas. Productos derivados de su imagen retroalimentada por nuestra ignorancia.

Con este alegato, no quiero decir que no existan profesionales del mundo de la moda (que los hay). Ni visionarios o individuos con tendencia natural e innata al estilo. 

Pero bien cierto es, que han aflorado los intrusismos. Ahora cualquier choni o cualquier cani puede mostrar su arte combinando atuendos al mundo entero. Y lo que resulta más preocupante, con un cierto numero de seguidores bastante más considerable que el de muchos pensadores, escritores o filósofos. 

Sólo se me ocurre pensar que aquella frase que decía que el hábito no hace al monje se está perdiendo por completo. Y es muy probable que ahora las monas se vistan de seda y lo blogeen. Si seguirán siendo monas no lo sabemos, pero vestirán de Zara y emularán (en plan low cost) a la mujer de ese futbolista que tiene su propia marca de ropa interior. Para que recordemos siempre que están ahí, que son famosos, y que su nombre aparece bordado encima de tus pelotas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario